Cabezas que promueven pensamientos programados. Se parecen a televisores transmitiendo ficciones mexicanas baratas, con bajo nivel de producción. Pero siempre, siempre terminan triunfando.
Aquellas ficciones no están conformadas por amor, sino por acuerdos sociales patéticos que alguna vez fueron creados para convivir en sociedad.
Pero en las sociedades se instalan los cánceres de la humanidad; tumores incurables que reprimen los corazones y las mentes de cualquier ser.
Nos dejamos llevar dentro de la corriente de el discurso de lo cotidiano, de lo ficticio, de lo barato y de lo conformista. Y todo eso sucede mientras pagamos con nuestra libertad el precio de vivir dentro de la normalidad.
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