Buscarte en el mismo desencuentro,
en el que jugamos y en el que me enriedo,
es la dosis perfecta,
para luego llegar al éxtasis de displacer,
cuando termina la semana.
Y entre mil caras intento espiarte,
en el reflejo de los vidrios,
en lo banal de las relaciones humanas,
y en lo absurdo de los sentidos.
¿Cuándo vas a dejar de ser carne?
¿Cuándo va a ser el maldito día en el que te conviertas en polvo?
Me gustaría encontrarte,
dando pasos con tus pies mirando para adelante,
pero siempre enredado en la incertidumbre,
y que ella contenga un nudo,
y que en ese nudo,
este yo,
sonriendo del dolor.
Tus ojos risueños ya no miran a mi cielo de madera,
ni tu cuerpo se acuesta ya en mi caótico colchón,
pero yo te sigo pensando,
en este día,
y cada día,
que mucho guarda de absurdo,
y poco de coherencia.
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