Perú, Perú, Perú. Me puse a pensar cual era el número de área, porque me acordé cuando me mentías. Quería llamarte, ver como estabas, qué tenías para decirme, pero no contestaste. Quería confesarme, decirte que nuestra amistad nunca había sido real. Quería hacerlo, pero nunca fui lo suficientemente valiente para decirte algo así.
O no me atendiste, o me cortaste. Sabías que yo te iba a llamar exactamente a esa hora. Nadie más te llamaba a las siete de la mañana para despertarte. La excusa del desayuno se iba haciendo cada vez mas constante, pero a mi siempre me gustó. Yo también quería cortar el teléfono, pero nunca me animé a decírselo a nadie. Siempre hablé hasta que la persona del otro lado de la línea quisiera hablar. La gente siempre se siente satisfecha cuando no hay un freno. Muchas veces me quejé, y otras no tanto; Pero la mayoría de las personas disfrutan ver como otra persona se retuerce en la pendejada ante ellos, rogándoles y pidiéndoles permiso indirecto para hacer lo que ellos mismos quieren. Pena es lo que siempre me da ese tipo de personas. Quizás nunca voy a cambiar porque pena es lo que me doy.
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