Se dice por ahí que debemos aprender a caminar con el miedo y que no sirve de nada temerle a figuras que están lejos de nuestros corazones. Se dice por ahí que la vida es corta, y que debemos, (y tenemos) que compartirla con las personas que mas amamos. Se dice también que el tiempo se acaba. Pero, el tiempo no es más que horas, minutos y segundos que van contando paso a paso la historia de nuestras acciones. La sociedad contemporánea asume que el tiempo se usa y se puede volver a usar el tiempo que querramos, porque todavía queda más de él. Las personas que están enamoradas planean sus vidas de casados pero ni se les ocurre pensar en la cantidad de horas que lleva hacer feliz a la persona que aman. No se es lo mismo sonreír que cojer. Es difícil hacer feliz a alguien a pijasos.
La gente asegura estar incondicionalmente al lado de la persona que quieren, cuando ellos lo necesiten, pero el mundo ya está dopado de cortesía y compromiso. Queda muy poco en manos de la mayoría de las personas de hoy en día. Hay que pensar dos veces antes de confiar y querer.
jueves, febrero 23
miércoles, febrero 1
Perú, Perú, Perú. Me puse a pensar cual era el número de área, porque me acordé cuando me mentías. Quería llamarte, ver como estabas, qué tenías para decirme, pero no contestaste. Quería confesarme, decirte que nuestra amistad nunca había sido real. Quería hacerlo, pero nunca fui lo suficientemente valiente para decirte algo así.
O no me atendiste, o me cortaste. Sabías que yo te iba a llamar exactamente a esa hora. Nadie más te llamaba a las siete de la mañana para despertarte. La excusa del desayuno se iba haciendo cada vez mas constante, pero a mi siempre me gustó. Yo también quería cortar el teléfono, pero nunca me animé a decírselo a nadie. Siempre hablé hasta que la persona del otro lado de la línea quisiera hablar. La gente siempre se siente satisfecha cuando no hay un freno. Muchas veces me quejé, y otras no tanto; Pero la mayoría de las personas disfrutan ver como otra persona se retuerce en la pendejada ante ellos, rogándoles y pidiéndoles permiso indirecto para hacer lo que ellos mismos quieren. Pena es lo que siempre me da ese tipo de personas. Quizás nunca voy a cambiar porque pena es lo que me doy.
O no me atendiste, o me cortaste. Sabías que yo te iba a llamar exactamente a esa hora. Nadie más te llamaba a las siete de la mañana para despertarte. La excusa del desayuno se iba haciendo cada vez mas constante, pero a mi siempre me gustó. Yo también quería cortar el teléfono, pero nunca me animé a decírselo a nadie. Siempre hablé hasta que la persona del otro lado de la línea quisiera hablar. La gente siempre se siente satisfecha cuando no hay un freno. Muchas veces me quejé, y otras no tanto; Pero la mayoría de las personas disfrutan ver como otra persona se retuerce en la pendejada ante ellos, rogándoles y pidiéndoles permiso indirecto para hacer lo que ellos mismos quieren. Pena es lo que siempre me da ese tipo de personas. Quizás nunca voy a cambiar porque pena es lo que me doy.
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