Es este puto líquido color marrón. Hay gente que está viviendo ahora, sonriendo, bailando, comiendo, hablando, o hasta acabando. A mí me está acompañando un flan. Supongo que al despertarme solo sentí esos sueños corriendo a diez mil kilómetros por hora, y mi inconsciente no dejaba de ladrar. Todo retumbaba, y de repente se hicieron las siete. Y ahí es cuando pensé en si tenías los ojos abiertos, si estabas cerca de irte lejos, o el por qué de mi dolor en el pecho. Quizás vos lo estabas sintiendo también.
De nuevo, se hicieron las once de la mañana. El sonido volvió a rebotar en las paredes blancas y volvió a mí. En ese entonces, ya te estabas yendo para volver. Tenías los ojos abiertos y ganas de abrazarme. El ruido de el horno sonó, las tostadas ya estaban preparadas, pero vos ya te habías subido, y yo no tenía nada más que prometerte, más que la promesa que queda en pie.
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