Dormí ocho horas aproximadamente. Pero todavía quiero dormir más.
Ni siquiera quiero escribir, pero es necesario, porque si no escribo voy a morir.
Afuera hay un sol tremendo, pero no me animo a salir. Hace mucho calor y no quiero que los rayos irradien mi piel. Sólo quiero dormir.
Ya no es raro en mi sentir la tristeza pudriendo mi cuerpo por dentro. Sí, dije pudriendo. Eso da cuenta de mi terrible estado de ánimo.
Tengo pensamientos horribles. Todos dirigidos hacia mi. Todas mis ideas son como cuchillos afilados clavándose en mi cerebro. Y aún así sobrevivo, aún así estoy acá.
Ya no tengo más consciencia, necesito un respiro. Me tengo que ir.
No puedo afrontar las cosas sanamente.
Ya no se si tengo roto el corazón o si es mi alma la que está supurando.