¿Es verdad que todas mis cosas van a seguir estando en el mismo lugar cuando me vaya?
Me quiero ir, mi amor. De verdad. Te lo digo mientras te miro a tus enormes ojos verdes. Y es que siento que mis sentimientos nunca van a encajar en el rompecabezas que simboliza tu vida, tu mente, tus lados más oscuros. Aunque me prometas que la cantidad de amor que sentis por mi siempre va a ser el equivalente a lo que se tarda en ir a la luna en caracol, yo desconfío. Desconfío de vos, y de mi, porque ya tengo un largo historial y jamás busqué en el diccionario la palabra "amor". Pero yo no quiero irme sin darte un beso en la frente, ni sin que vos me lo des a mi.
Todavía me acuerdo de esa noche, en la que entraste con cara seria al salón, mientras yo rogaba terminar con mi angustiante y educada conversación con un pibe que jamás quise demasiado y vos siempre rechazaste. Me dirigí hacia vos sabiendo que ibas a decirme algo. Un "Me voy" salió de tu boca y un beso en mi frente salió de tus labios. Y yo supe que en ese momento iba a ser eternamente niña. Mitad tuya, mitad mía.
Y hay ciertas cosas que no se olvidan por más que pase el tiempo y los años caigan en el cuerpo como lo hacen gotas de agua en un vaso.
Y mientras los días corren me pregunto cuánto tiempo más voy a ser Alicia en el pais de las maravillas.
¿Ya te diste cuenta lo mucho que me cuesta esconder mi corazón infantil detras de un disfraz de mujer? ¿Ya te diste cuenta cuánto me cuesta no llorar cuando de tu boca no salen palabras hermosas dedicadas a mí?
Al lado tuyo me siento tonta. Una vez te lo dije. Es más, hasta te dije que cuando te miro a los ojos en mi panza siento mariposas. Y cuando me preguntaste por qué, te contesté: porque tu mirada es más profunda que el mar.
Y en serio. Lo es. Pero así como sólo se conoce el 1% de las profundidades del océano, yo conozco el mismo porcentaje de la profundidad de tus ojos.