Camino con miedo, con ataques de pánico, mirando para todas las esquinas. Ruego no volver a encontrarte. Pienso en vos, en la imagen más profunda de vos, en tu phantasma, y eso me impulsa a no querer volver a verte. Si suena Confesiones de invierno, voy a llorar, pero te lo puedo jurar, no quiero ver tu cara, no por ahora.
Y tengo que confesarte, que no te extraño a vos, sino que extraño lo que era yo con vos. Extraño sentirme comprendida y no comprendida a la vez por alguien, extraño sentir esa sensación que solo se arrimaba algunas veces -y solo algunas veces- de que te conocía de toda la vida ; pero lo que más extraño son las cosas diminutas, como las películas y el chocolate por las noches.
Pero cuando pienso en lo que realmente sos, y en todo lo que te lloré, ya no tengo más ganas de dedicarte ni una lágrima más.
Y lo que nos terminó de matar fue el hecho que nuestra felicidad era hermosa, pero nuestra infelicidad no era digna de ser conocida por nadie. Porque era desgarradora, porque lloré, porque sufrí, porque la sentí en mi carne y no quiero volver a pasar por eso otra vez. Nuestra felicidad solo se mostraba de a momentos, y yo no puedo soportar los momentos vacíos.
De todas maneras, me cambiaste el modo de mirar al mundo. Aprendí muchas cosas y por eso siempre vas a ser un gran "maestro" para mí. De esos que uno no se cruza tan seguido por la vida.
Faltan pedazos.
No te puedo decir "chau" porque no te olvido. Y eso es lo que más me duele.