viernes, agosto 19

Te amo. No sé ni cuando ni dónde mi cuerpo fue poseído por una energia tan clara como el sol y tan intensa como el agua que recorre el camino de tus pies a tu cabeza. Parte de ese trabajo lo habrán hecho tus ojos, siempre protagonistas del amanecer que amenaza mi amor.
Cuando no quede más nada en el mundo, y cuando se transforme en una inherte esfera gris, tus dos luceros verdes van a salvarme de caer en la oscuridad, porque ahora yo sé que merezco mirarlos cada mañana al despertar.
Y si algún dia me pierdo en el laberinto que conduce a la muerte, tus brazos van a protegerme de bajar al infierno, porque sé que ahora puedo tomar tus manos para dejar de hundirme.

Y no escribí más
porque bastante seguido me viene el miedo
de estar tan enamorada de alguien como vos.

miércoles, agosto 10

sincericidio II

Empecé a tomar vino blanco apenas llegué a casa, a las dos de la tarde. Es en estos momentos donde entiendo mi naturaleza melancólica, además de asombrarme de lo desquiciada que estoy con tan sólo 21 años de edad. Las ganas de escribir me brotan del cuerpo, porque se que si no lo hago, el tiempo va a seguir pasando inútilmente.
Hartmann dice que la felicidad de una persona depende de su capacidad de adaptación. ¿Adaptación a la "realidad"? Si, creo que habla de eso.
Bueno, Hartmann, en estos tiempos fui la síntesis a tu teoría, un sujeto más para tu tesis, (aunque hubiese deseado ser parte de la antítesis).
Me doy bronca por la poca capacidad que tengo de unir las frases mientras escribo. Creo que se debe a la forma en la que pienso: pensamiento tras pensamiento, uno pisándose por encima del otro. Me cuesta ser coherente con la realidad porque no hay nada que me guste más que volar y sentirme libre.

No veo la hora de que sean las tres y media y que Celeste me toque el timbre. "¿Y si se olvidó que ayer me dijo que iba a venir?" Pienso mientras escribo. Bueno, en ese caso me tomaré un cuarto más de la botella y me iré a hacer otras cosas. No, no puedo escribir, me cuesta muchísimo. No puedo ordenar las ideas en mi cabeza. Bueno, está bien, no es que no puedo, no quiero. Aunque tampoco estoy segura de que no quiera, de hecho, pienso que uno debe reconocer sus propias limitaciones. Bueno, acá yo veo un bloqueo, un límite. 

"Salgo y voy" me escribió. "Gracias" le quise contestar, pero me abstuve, ya que originalmente la razón de la visita tenía que ver con su tristeza y no con la mía. Lamento la sinceridad, pero creo que yo la necesito más que ella a mí. Si ella viera el estado deplorable en el que me encuentro ahora, me daría un abrazo y me reprocharía el hecho de que yo esté tomando esta bebida a estas horas. Si, bueno, quizás ya no me engaño más y en mi soledad hago todas las cosas que no debo hacer cuando estoy acompañada.

Hace días que estoy escuchando Chavela Vargas. Hace días que lloro un poco y me vuelvo a recomponer. Hace meses que voy y vengo, como un barco que va y viene del puerto. La diferencia entre ese barco y yo, es que éste llega a destino cada vez que decide regresar, pero yo... yo me quedo naufragando días enteros en el medio del océano. Y este naufragio aparece siempre en la vuelta a casa, cuando me encuentro en el colectivo. Es por ésta razón que llevo un libro en la mochila, pero a veces no puedo evitar el malviaje. Y por eso vuelvo. Siempre vuelvo a esa puta pausa.
Quizás me olvide de respirar. Si, de seguro me olvido muchas cosas mientras estoy en ese estado vegetativo, similar al de una ameba. Porque además de ir y volver naufragando, me hundo en la culpa, en el miedo y en la nostalgia. Já, creo que no existe cóctel más venenoso para arruinarse la existencia en un dia de sol, o en un dia nublado. Dá lo mismo.

Vi mi reflejo en el espejo y pensé en cuanto tiempo faltará para que mi cutis pierda el estado que tiene actualmente. Hoy es muy suave, realmente muy bello. Pero si sigo tomando vino y fumando tabaco, ¿Cuánto tiempo faltará para que quedé arruinado?.
(Yo y mis maldita costumbre de mirar siempre al final del camino. No puedo con mi propia ansiedad).

Ya termino. Eso es lo que quiero. Y volveré, cuando mi angustia por existir sea tan grande que necesite canalizarla en una entrada de un blog, melancólico, pero mío.

Antes de irme debo decir que lo extraño, pero que por nada del mundo voy a hacer caso a mis impulsos, porque ya aprendí: no debo llamarlo. Y mientras busco en mi cabeza un repertorio de excusas para no querer estar a su lado, pienso "Él jamás entendió mi lado oscuro".

Y la triste verdad es que quizás nunca lo vaya a saber.

martes, agosto 9

acedia acedia acedia

No es casualidad que en el humo ya no te enredes. De hecho, creo que lo más sano que pude haber hecho fue querer olvidarme de vos con burguesía barata y amor conformista.

Hay veces en las que me acuerdo de Nazca y Gaona, y no puedo evitar sentir adentro mío la felicidad que yo sentía cuando caminaba esas cuadras de tu mano. No había nada más bello en el mundo para mí que proclamarme tuya. Y hoy, con dedos furiosos y lágrimas que me rozan las pantorrillas, debo confesar que estoy feliz de que aquello haya acabado aunque la nostalgia me fagocite el cuerpo. Me siento así porque conocí el amor al lado de un Mago.

Y ni siquiera estoy preparada para escribir esto, pero nunca me imaginé que alguien en el mundo iba a amarme así. Y yo nunca pensé que iba a poder a amar a alguien de la forma en la que te amé.

Hoy estás mi amor, en mi corazón. Acá dentro. Latís cada vez que respiro. Yo sé que no te fuiste, pero cada día que pasa tu cara se va borrando de los suburbios de mi alma. Incansablemente estás presente, pero cada vez menos.

Y la verdad es que no entiendo si aquello me pone feliz o triste. Pero sé que si yo hubiese querido que fuera distinto, habría accionado acorde a ese deseo.

Y todo en esta vida crece. Y cuando se crece, se dice adiós.


Estoy cansada. Cansada de dudar. Cansada de pensar y no sentir. Cansada de recordar. Cansada de elegir.

Cansada de querer que las cosas funcionen.
Cansada de que mi veneno arruine todo.
Cansada de no poder hablar.
Cansada de no poder ser consciente.
Cansada de no poder ser.

Cansada de estar atada al pasado.
Cansada de estar atada al puterío social.
Cansada de estar
Atada
A los deseos ajenos.


Cansada de no poder pensar en mis necesidades.
Cansada de querer ver tus ojos verdes.
Cansada de necesitar ser una nena y necesitar que me abracen. Todo el día, toda la noche.
Cansada de querer llorar.
Cansada de mí.

Sabiendo nada acerca del todo

Promesas volátiles. ¿Dónde se fueron?
Cuando la cabeza zumba y la mente parece irse por un agujero negro cada vez que pensamientos ausentes de contenido vuelven como excusas ante la desesperación: respira.
Cada vez que la tristeza se instala y parece infinita: respira.
Cada vez que tu alma parece estar cada vez más lejos del cuerpo, y la ansiedad sobre el futuro se hace intensamente insoportable: respira.

Respira, que para algo estás viva

lunes, agosto 1

estoy cansada

Cabezas que promueven pensamientos programados. Se parecen a televisores transmitiendo ficciones mexicanas baratas, con bajo nivel de producción. Pero siempre, siempre terminan triunfando.
Aquellas ficciones no están conformadas por amor, sino por acuerdos sociales patéticos que alguna vez fueron creados para convivir en sociedad.
Pero en las sociedades se instalan los cánceres de la humanidad; tumores incurables que reprimen los corazones y las mentes de cualquier ser.
Nos dejamos llevar dentro de la corriente de el discurso de lo cotidiano, de lo ficticio, de lo barato y de lo conformista. Y todo eso sucede mientras pagamos con nuestra libertad el precio de vivir dentro de la normalidad.